UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO
Relación de la causa que se sigue en este Santo Oficio contra don Miguel Hidalgo y
Costilla, cura de la congregación de los Dolores en el obispado de Michoacán, natural de
(Testigo 1º denunciante fray Joaquín Huesca; folio 1º).⎯ Tuvo principio esta causa por
denuncia que fray Joaquín Huesca, mercedario, y lector de filosofía, hizo ante el comisario
de Valladolid en 16 de julio de 800 as, el cual examinado en forma en dicho día, y
ratificado en 19 del mismo, y dijo: Que en el primer día de Pascua de Resurrección
concurrió en la casa del cura de Tajimaroa con fray Manuel Estrada, doctor Martín García,
presbítero, y don Miguel Hidalgo, quien tomó la Historia de Fleuri, y leyendo en ella que
Dios no castigaba en este mundo con penas temporales, dijo el denunciante, que sí
castigaba, y que era de fe; dijo este reo, que no era de fe; y que sólo era propio de la ley
antigua el castigar con penas temporales, como plagas, y langostas; y que si no ¿de dónde
constaba que fuera de fe? El denunciante le contestó, que de la epístola de San Pablo a los
corintios en aquellas palabras: ideo inter vos multi imbecilles, et infirmi, et dormiunt multi.
Y que ¿no hemos de dar ascenso a ésta? Y entonces se quedó como suspenso, dando
motivo a sospecha en contra; aunque finalmente en un modo tibio, dijo, sí, es auténtica. Y
luego, leyó en el mismo Fleuri que cierto papa, de quien no se acordaba, envió a un concilio
en calidad de legados suyos a dos gañanes del campo; y de aquí tomó motivo el dicho cura
para hablar con mucho desprecio de muchos papas en particular, y en general del gobierno
de la Iglesia, como manejado por hombres ignorantes, de los cuales uno había canonizado a
Gregorio Séptimo, que acaso estaría en los infiernos, porque había sido muy nocivo a la
Iglesia por su ignorancia; todo lo cual en otro primer día de Pascua; y en el segundo
estando almorzando todos los referidos, preguntó el declarante al padre Estrada, que si se
había convertido el judío guatemalteco, esto es, Rafael Gil Rodríguez, que estaba en la
Inquisición; y respondiéndole que sí, dijo este reo que habría sido de boca; y preguntándole
el declarante, ¿por qué? respondió: Porque ningún judío que piense con juicio se puede
convertir; pues no constaba del texto original de la Escritura que haya venido el Mesías. Y
mencionándole el declarante en prueba de la venida del Mesías el texto de Isaías: Ecce Virgo concipiet, et pariet; respondió, que no había tal voz virgen en el texto, sino otra voz
hebrea, que significaba mujer corrompida, como era la de alma, y otras dos voces, de que
no se acordaba, con que únicamente la escritura explica las mujeres. Y siguió refiriendo
varios textos (de que no hacía memoria) y sí sabía, que con ellos se prueba la venida del
Mesías; pero que este reo los explicó, e interpretó para concluir, que no probaban que
También declaró que estando en esta capital, el citado padre Estrada le refirió que
este reo decía, que Santa Teresa era una ilusa, porque como se azotaba, y ayunaba mucho, y
no dormía, veía visiones, y a esto llamaban revelaciones; y que explicando éste como
filósofo, el mecanismo de la naturaleza humana, concluía con que la fornicación no era
pecado, como comúnmente se creía, sino que era una evacuación natural. Y finalmente le
refirió, que en quince días que estuvo con este reo en Tajimaroa no le vio rezar el oficio
divino; y que quejándose con el mismo reo de lo pesado que era el rezo en el coro, y
díchole que si él fuera prelado lo dispensaría, le respondió, y también fuera del coro.
En 28 de julio de 1800, se recibió esta denuncia, y se acordó el examen de los
contestes Estrada, y García, y que se recorriesen los registros en cabeza de este reo; y
ejecutado que así fue, no le resultó nota.
(Testigo 2º fray Manuel Estrada; folio 16 y siguientes).⎯ En 20 y 24 de agosto del
mismo examinó y ratificó en forma el comisario de Celaya a fray Manuel Estrada,
mercedario, y predicador, el que a la primera pregunta dijo: Que presumía ser llamado
sobre una denuncia que estaba formando con premeditación contra el cura de San Felipe
don Miguel Hidalgo; y ofreció presentarla en limpio al tiempo de la ratificación. El
comisario siguiendo el orden de lo prevenido en la comisión, le hizo la pregunta oportuna
sobre la primera proposición, y respondió que era cierto haberla oído a este reo en el
tiempo, y lugar citados; y que así él, como su compañero el padre Huesca, se la impugnaron
con la epístola de San Pablo, aunque éste expuso más largamente la doctrina, sobre que
Dios castigaba en esta vida, y que era de fe. También expresó que en la misma concurrencia
lo llamó a solas este reo, y hablando sobre lo mismo, le dijo, y afirmó, que la epístola de
San Pablo donde dice: Ideo inter vos,&c. era apócrifa; y que sólo era propio de la ley
antigua el castigar con penas temporales, como plagas, langostas etcétera aunque ignoraba
Que aunque no puso el mayor cuidado cuando este reo estando con el Fleuri en la
mano dijo: Que el papa había enviado a un concilio a dos gañanes del campo como legados
suyos, si le observó, que no sólo en esta ocasión, sino siempre, que decía, que los padres de
todos los concilios, principalmente desde el siglo quinto hasta el undécimo fueron unos
ignorantes; pero con tanta generalidad, que daba a entender, que Jesucristo en todo este
tiempo se desentendió del cuidado de su Iglesia. También declaró que sin embargo de no
hacer memoria sobre la conversación del judío guatemalteco, sí le oyó muchas veces, que
decía, que ningún judío que piense con juicio se podía convertir; pues no constaba de la
Sagrada Escritura que hubiese venido el Mesías; y que refiriéndole el padre Huesca, o el
declarante, el texto Ecce Virgo &a, respondió, que no había tal voz en el texto, sino otra
voz hebrea, que significaba mujer corrompida, como alma, y otras, de que no se acordaba;
pero sí, de que cuando le oponían algunos textos los interpretaba de una manera, que no
convenían a la venida del Mesías; asentando, que ésta era una materia muy delicada, que se
debía tratar con mucho empeño; porque en el reino había muchos judíos; y todo esto lo
fundaba en que aquí se estudiaba la Biblia de rodillas, y con devoción, debiéndose estudiar
con libertad de entendimiento para discurrir lo que nos parezca, sin temer a la Inquisición.
Que según la libertad con que hablaba no duda que dijera lo que se indica de Santa Teresa,
pero que se inclinaba más, a que lo dijo contra la Madre Agreda.
Que explicando este reo el mecanismo de la naturaleza, como filósofo, le oyó decir
que la fornicación no era pecado, sino una evacuación natural, ni los tactos impuros, ni la
polución procurada; pues dice, que es una materia que no ha de salir por los ojos, ni por los
oídos, ni por la boca; y que con esta doctrina solicitó con conato inspirarle muchas veces al
declarante a lo mismo. Que en diez o doce días que estuvo con este reo en Tajimaroa, no lo
vio rezar el oficio divino; y diciéndole una día que se le hacía pesada la asistencia al coro,
porque le hacía falta el tiempo, como a predicador que era, y que si estuviera en su arbitrio
dispensaría él a todos los oficiales, le respondió: Que él dispensaría a los del coro y a los de
En el papel de apuntes que este testigo presentó como parte de su declaración, dice:
Que le oyó decir a este reo, que la sagrada eucaristía no se conoció en los términos que hoy
la enseña la Iglesia, hasta mediado el siglo tercero, que antes se tuvo por pan bendito; y
hasta entonces no se conoció la confesión auricular. Que la epístola de San Pablo que
predica la eucaristía era apócrifa; y que toda la doctrina que trae el evangelio de este
sacramento estaba mal entendida, por entender ser la existencia real de Jesucristo en el que
debía entenderse como aquellas palabras ego sum via, &a. Que no entendemos en ellas sea
camino material por donde andamos. Que leyéndole el reo la epístola de San Judas, le dijo,
que lo tenía por un ignorante, por aquellas palabras con que concluye. Los pecadores son
como las nubes sin agua; y luego le preguntó ¿que de qué otra cosa habían de ser? En otra
ocasión le dijo, que la moral cristiana, o nuestros moralistas, enseñaban sin principios; pues
si todos tuvieran unos mismos, todos sacaran unas mismas penitencias, respecto a unos
mismos pecados, lo que jamás sucede. Que abiertamente manifiesta, y enseña en sus
conversaciones que la fornicación no es pecado; como dijo en su declaración; y que las
religiones son inútiles a la Iglesia de Dios, porque se fundaron en el tiempo de la
ignorancia. Dice también, que no reza el oficio divino porque la silla apostólica ha querido
obligar a los eclesiásticos a lo que no ha obligado a los seculares; esto es, a que fuera den
culto a los santos, que no es de fe que lo sean. Que el presbítero don Martín García, sigue
las mismas máximas y doctrinas que este reo, y ambos censuran el gobierno monárquico, y
desean la libertad francesa en esta América. Y finalmente, asegura que en todo el Antiguo
Testamento no se halla una profecía cumplida sobre la venida del Mesías. Y sobre muchos
de los particulares que dejaba expresados, podrían declarar el cura de Tajimaroa, y sus
Folio 22.⎯ En 3 de septiembre del mismo se libró comisión al doctor don José
Iturriaga, cura de Zitácuaro, para el examen del presbítero don Martín García; y en 10 del
mismo informó que este conteste estaba en Valladolid; y sabía que profesaba íntima
amistad con este reo, que se trataban con estrecha familiaridad, cuya circunstancia hacía
presente por prevenirse así a los comisarios en la instrucción; y en 20 del mismo se libró la
comisión al de Valladolid. Y por último se suspendió su examen.
(Informe del padre doctor Casaus; folio 26).⎯ En 13 de diciembre del mismo año
se pasó orden al padre doctor fray Ramón Casaus, para que informase sobre lo que observó
en el viaje que hizo a Celaya en orden a la vida, porte, conducta, y sentimientos cristianos
de este reo, y en 20 del mismo diciembre; Que aunque tenía formado muy mal concepto de
este cura, por lo que públicamente se decía de su vida escandalosa, y de la comitiva de
gente villana que come, y bebe, baila, y putea perpetuamente en su casa; no quiso oír
particularidades de su modo de vivir, cuando se ofrecía ocasión de poderlas sacar a don
Diego Bear y Mier, cura del Armadillo, que tenía mucho conocimiento de él. De algunas
palabras preñadas con que se explicaba, escandalizado, infirió, que le habían oído hablar
mal de las religiones, y principalmente de nuestro gobierno, daba a entender, que éste no,
siempre se lamentaba de la ignorancia en que estamos, y superstición en que vivimos, como
engañados de los que mandan. Que yendo un día del pueblo de San Felipe para la hacienda
del Cubo, el citado Bear, decía ¡Qué diferente compañía ésta de aquélla! ¡Parece, que toda
aquella gente se había olvidado de su fin! Que esto lo decía con motivo de las
conversaciones sobre la muerte etcétera. Que sin duda podría informar más menudamente
dicho cura Bear sobre dicho reo, tenido por sabio, y aplaudido de aquella canalla que vive a
sus expensas. Que el mismo podría decir sobre el escándalo, y sacrílega irrisión de que allí
habían bailado los vicarios con el santo óleo colgado al cuello; que en la misma casa se
festejaban con máscaras con las vestiduras y ornamentos parroquiales; y en la Nochebuena
los ministros escondieron en el altar la ostia consagrada para que la buscase el padre
consagrante, como si se la hubieran robado y con esto hacía reír a la gente. Que estas eran
las especies que les dio a entender; pues el horror, y pena, que le causaron, le retrajeron de
saber otras; que no dudaba de que esto estaría ya denunciado al Santo Oficio, y por lo
mismo huía de la indagación. Y finalmente que el citado cura Bear le refirió, que algunos
habían proyectado meternos en contestaciones delicadas sobre cosas de los gobiernos, y de
(Testigo 3º don Diego Bear; folio 31).⎯En vista de este informe se mandó librar
comisión al comisario de San Luis, y con efecto, en 13 del siguiente enero se libró, para que
como más inmediato al lugar de la residencia de Bear, lo examine, y ratifique en forma, lo
que así ejecutó 1° y 3 de febrero del mismo; y sin embargo de haberle hecho prolijamente
las preguntas deducidas del procedente informe, solamente dijo: Que se acordaba haber
oído decir; sin saber quién, ni cuándo, que un eclesiástico que en una ocasión llevaba el
santo óleo al cuello, se puso a bailar en casa de este reo; y que sabía con certeza que no fue
por irrisión, sino por olvido, o por ignorancia, que así mismo había oído conversaciones a
este reo, y a otros, no contra las órdenes religiosas, sino contra el cumplimiento de las
obligaciones de los religiosos en particular; y finalmente, que en conversaciones había oído
disputar, sobre si era mejor el gobierno republicano, que el monárquico; pero que no se
acordaba a quién, cuándo ni en qué lugar; y que no había oído al cura Hidalgo contra las
máximas religiosas; ni tampoco sabía que en su casa se putease. El comisario informó, que
creía que este testigo no habría faltado a la verdad; aunque le parecía que estimaba mucho a
este reo, y lo alababa por su literatura, y trato que con él tenía.
(Testigo 4º don Juan Antonio Romero; folio 42).⎯ Don José Vicente de Ochoa,
cura de Irimbo, por comisión, que se le libró en 13 de enero del propio año en los días 5 y 7
de febrero, hizo comparecer ante sí a su vicario don Juan Antonio Romero, que se halló
presente al almuerzo que se hizo en la casa del cura de Tajimaroa la Pascua de
Resurrección, y juramentado, dijo: Que el día anterior al almuerzo efectivamente concurrió
en dicha casa a presencia de dicho cura, los mercedarios fray José Estrada, fray Joaquín
Huesca, y la familia; y que este reo estaba leyendo, y traduciendo con energía al Fleuri;
pero que no tenía presente, ni podía asegurar, que éste hubiese defendido no ser de fe la
expresión de San Pablo; y que hacía juicio, de que si lo dijo, sería sin duda, por probar los
talentos del padre Estrada, (quien sobre el particular le replicaba) porque respecto a que
este reo era uno de los más finos teólogos, creía, que quiso jugar con él; que no creía, ni se
persuadía a que se sobrecogiese al oír las palabras del santo apóstol; que constaba ser de
genio travieso en línea de letras; y que en quince años que lo conocía, no le había
observado cosa que notar contra sus costumbres ni contra la religión cristiana.
(Testigo 5º don Antonio Lecuona; folio 43).⎯ El mismo comisario pasó a
Tajimaroa, y en 10 y 13 de febrero examinó, y ratificó a don Antonio Lecuona, cura de
dicho pueblo, y dijo con juramento: Que aunque oyó algunas disputas escolásticas entre
este reo, y los padres fray Joaquín Huesca, y fray José Estrada, no atendió a ellas por sus
ocupaciones; afirmó no haber oído a este reo cosa contra la santa fe católica; y sólo sí que
la Madre Agreda era una ilusa; y aunque el comisario le preguntó sobre todas las especies
en que es dado por conteste, respondió negando, como lo hizo a la pregunta sobre vida, y
conducta etcétera respondiendo que no quería declarar sobre este particular; y que así lo
hizo, a pesar de haberlo estrechado el comisario por tres o cuatro ocasiones.
(Testigo 6º y 7º doña María Ignacia y doña María Josefa Lecuona; folio 44).⎯ El
mismo comisario en los propios días, y lugar, examinó y ratificó a doña María Ignacia, y
doña María Josefa Lecuona, hermanas del anterior testigo; y sin embargo de haberles hecho
las preguntas oportunas sobre lo que eran citadas, nada produjeron, a excepción de la
segunda, que dijo, haber oído decir a este reo, que ningún mandamiento se quebrantaba con
más facilidad que el sexto, dando a entender que era un pecado; y a la particular sobre la
vida, porte y conducta, se negaron a contestar.
El comisario informó, que el expresado cura, y sus hermanas se negaron a contestar
sobre la conducta del reo, por haber jugado con él continuamente desde mozo, y ser
inclinado a tener casi siempre músicos en su casa; que el cura es muy escrupuloso y tímido,
de modo, que para declarar en lo que fue preguntado, lo hizo temblando; que a las
hermanas las tenía por virtuosas; y que de resultas de estas diligencias quedaron muy
(Folio 47).⎯ Por un informe que se pidió al comisario de San Luis, dijo en 7 de
marzo de 801. Que concurriendo con doña María Josefa Portillo, ésta le dijo, que hablando,
mucho tiempo hacía con el cura Hidalgo, le dijo: Que bastaba para vivir en su casa bailar,
que era una concurrencia continua de hombres, y mujeres en bailes; que tenían un hombre
destinado, para que cuando se disgustaban algún hombre con mujer, los compusiera, que
(Testigo 8º doña Josefa López Portillo; folio 60).⎯ Por lo que resulta del anterior
informe se libró comisión a dicho comisario, y en su virtud examinó y ratificó en forma en
5 y 7 de abril del mismo a doña Josefa Portillo, doncella, y de buena nota, la cual dijo: Que
se acordaba de haber hablado con varias personas, y determinadamente con don Vicente
Troche, y doña Claudia Bustamante, en orden a concurrencia dicha; y que ésta le refirió,
que en la casa de este reo había una revoltura que era un Francia chiquita; pero que esto lo
entendió la declarante por la igualdad con que se trataba a todos, aunque también le dijeron
que lo hacía con el fin de agradar a las gentes de todas clases, a quienes llevaba a su casa, y
(Testigo 9º doña Claudia Bustamante; folio 58).⎯ Examinado, y ratificado don
Vicente Troche, nada contestó. Y procediendo al de doña Claudia Bustamante. Dijo ésta:
Que por facetear con el cura del Armadillo don Diego Bear, porque le cuadraba mucho ir a
San Felipe, le dijo ella que lo que le cuadraba a él, era la Francia chiquita de dicho pueblo;
que ella estuvo tres días en San Felipe, y aunque asistió en ellos al baile en casa de este reo,
no notó cosa que le disonara; y finalmente que al presbítero don Jacinto Bear, le oyó que no
le gustaban las concurrencias de hombres, y mujeres en esos bailes; que el cura Hidalgo era
(9º doña Guadalupe Santos; folio 78).⎯ En 24 de marzo de 810, se libró comisión
al comisario de Valladolid para el examen de doña Guadalupe Santos, sobre que con
motivo de visitar con intimidad la casa de este reo, se explicó con don Pedro Barriga,
diciéndole, que deseaba verse religiosa por no tratar con un sujeto tan libre en sus
conversaciones, como el dicho reo. El comisario informó que esta mujer estaba monja
teresa en Puebla. Examinada esta monja nada contestó, porque dijo, que todo le cogía de
(10º don Pedro Barriga; folio 66).⎯ Por el informe de 11 de marzo de 801 del
comisario de San Miguel, resulta, que el presbítero don Pedro Barriga, vivió largo tiempo
con él, y que jamás le vio devoción alguna, ni rezar el oficio divino. En 24 del mismo se
libró comisión para su examen y ratificación, y lo ejecutó en 8 y 13 del siguiente abril, y
dijo: Que aunque no le observó devoción alguna visible, sí le vio celebrar, y oír misa
cuando no la decía, y predicar los sermones que le encomendaban. Que era cierto haberle
notado omisión en rezar el oficio divino, y haberle oído igualmente la expresión, que
aseguraba ser de San Agustín: Qui sine lingua vivit, sine lingua moritur; añadiendo, que los
más eclesiásticos castigados por el Santo Oficio, se había observado en ellos la falta de esta
obligación de cumplir con el oficio divino, y que ésta era como preámbulo de sus
desgracias; y valiéndose el testigo de las mismas palabras de él, le reconvino sobre el
cumplimiento de esta obligación, y respondió, que el trabajo de la cátedra le exoneraba de
ella, según el sentir de varios autores; pero que sin embargo rezaba algunas veces; y que
nunca le oyó proposición alguna contra la fe; y sí declamar contra los herejes. En la
ratificación añadió, que había oído decir que lo habían notado por algunas personas,
proposiciones escandalosas; aunque no sabía cuáles eran, ni hacía memoria de quién le dijo
esta especie; que solamente se acordaba de haber oído al cura de aquella villa doctor don
Ignacio Palacios, que le habían contado, que este reo decía, que de la Escritura no se podía
inferir claramente la integridad en su concepción de la Virgen Santísima; lo que entendió
dicho Palacios, que lo diría more escolástico. Elogió su sabiduría docilidad y humildad; y
dijo, que en aquel tiempo estaba entregado todo al cumplimiento de su ministerio; haciendo
una vida ejemplar, retirado de todo, como tertulia, y comercio de gentes.
(11º doctor don Ignacio Palacios; folio 69).⎯ Librada comisión al mismo
comisionado en 31 de julio, examinó, y ratificó en forma al sobre dicho doctor Palacios en
13 y 22 del siguiente agosto, el cual dijo: Que a fines del año de 99 le hizo fray Manuel
Estrada, mercedario, una consulta, sobre él estaba obligado a delatar a este reo, a quien
había oído varias proposiciones, unas impías, otras escandalosas, y otras claramente
heréticas, como eran las siguientes.⎯ Que los santos apóstoles fueron unos hombres
ignorantes, particularmente San Judas por aquella expresión suya en su canónica, de nubes sine agua, sobre que decía ¿que dónde se habían visto nubes sin agua?⎯ De la Santísima
Virgen: Que el texto hebreo no dice Virgo, sino corrupta.⎯ Sobre la eucaristía: Que hasta
el tercer siglo no se conoció.⎯ Que las profecías del Mesías no estaban todas cumplidas.⎯
Que la simple fornicación no era pecado, porque la efusión de la materia era cosa natural, y
que el texto habla sólo del adulterio, pues dice: Non moe caberis.⎯ Que los soberanos eran
unos déspotas tiranos; y otras proposiciones, de que no hacía memoria, aunque de igual
gravedad y naturaleza. Que haciéndole peso en su conciencia, preguntó el consultante ¿si
acaso este reo las diría gratia arguendi, o como proponiéndole los argumentos de los
herejes? Y respondiéndole que no, sino que lo dijo en íntima persuasione, lo obligó a la
denuncia. Que igualmente le contó que este reo en cualquiera parte hablaba sin reserva, y
con sobrada libertad de estas materias; de modo que don José Manuel de Santo, vecino de
aquella villa, rehusaba la concurrencia de este reo en su casa, por la libertad con que se
producía en materias de religión, y de Estado; y que por esto estuvo en ánimo de
denunciarlo. Que era público, y notorio, que desde que estaba de cura en San Felipe había
tenido una vida muy disipada, desentendiéndose enteramente de las obligaciones de su
parroquia, y entregado a músicas, bailes, y juegos; pero que desde la cuaresma de aquel año
oyó decir que había mudado de conducta, y entrado en escrupuloso. El comisario lo
amonestó con la cita del anterior testigo, sobre que de la Escritura no se podía inferir
claramente la integridad en su concepción de la Virgen Santísima. A que respondió que no
se acordaba; y en la ratificación añadió; que la proposición que dice.⎯ Que de la Escritura
no se podía inferir claramente la integridad en su concepción de María Santísima; repitió,
que entendiendo esta de la concepción pasiva de la Virgen, no se le preguntó en estos
términos, y por eso respondió arriba, que no se acordaba; pero entendiéndose, como debe
entenderse, de la activa, reprodujo lo mismo que tiene respondido, que decía el reo que el
texto hebreo no dice Virgo sino corrupta.
(Don José Manuel Santo; folio 71).⎯ Examinado y ratificado don José Manuel
Santo en 25 y 29 de agosto, y sustancialmente dijo: Que fray Manuel Estrada le refirió que
este reo había entrado en disputa con él sobre puntos de religión, en la que le conoció cierta
libertad en sus opiniones, lo que le obligó a consultar con el doctor don Vicente Gallaga, y
el maestro Escalera; y que con dictamen de éstos había formalizado su denuncia; pero que
él no sabía otra cosa más de él, que generalmente lo tenían por afrancesado, que hablaba
con mucha libertad, y que jamás concurrió en su casa, ni lo conocía, más que de vista.
En 15 de septiembre del mismo año pasaron los autos al señor inquisidor fiscal, y
dijo: Que los padres Huesca, y Estrada, denunciaron y atribuyeron a este reo varias
proposiciones de la mayor gravedad, y dignas, si se hubieran justificado, no sólo de
remitirse a calificación, sino también de pedir la prisión de dicho reo, con secuestro de sus
bienes; pero que carecían de prueba, y el padre Estrada de que se dé crédito a su denuncia,
y declaración, según el informe de 4 de septiembre último. Que era cierto que algunos
informaban mal del expresado reo; pero que también lo era, que el comisario decía, que en
el día ya estaba reformado, haciendo una vida ejemplar desde cuaresma del propio año, lo
que también aseguraban los contestes Barriga, y Palacios, hasta haber llegado al extremo de
escrupuloso. Y por todo lo dicho pidió, que se anotase su nombre en los registros, que se
suspendiese esta causa hasta más prueba, y se pusiese en su letra. Lo que así se acordó en 2
de octubre.⎯ Entre otras cosas que expuso el comisario en su citado informe, dijo, que
generalmente había oído decir a todas personas que trataban al padre Estrada, que no se le
podía creer cosa alguna, pues tanto en asuntos triviales, como en los de sustancia, jamás
(12º don José Manuel Castiblanque; folio 80).⎯ En 22 de julio de 807 se presentó
el presbítero don Manuel Castiblanque ante el comisario de San Miguel el Grande, y dijo:
Que en el año de 801 concurrió con el fraile Manuel Estrada, y que entre las varias especies
que le refirió, que había oído en Tajimaroa a este reo, unas eran escandalosas, y otras
heréticas, aunque no hacía memoria de cuáles fueron, y si sólo; de que la fornicación no era
pecado; y que por ellas lo había denunciado al Santo Oficio; y también le enseñó una carta
del comisario de Celaya en que lo citaba para evacuar con él cierta cita. Lo que no denunció
entonces, por no haber conocido la gravedad. Por no haber venido en forma esta
declaración, se devolvió al comisario para que ratificara en ella al denunciante, y así lo
ejecutó en 3 de agosto, sin añadir ni alterar.
(13º María Manuela Herrera; folio 85).⎯ María Manuela Herrera, casada, y de 41
años mujer de buena nota, que frecuenta los sacramentos, se presentó ante el comisario de
Querétaro, quien en 4 y 5 de mayo del año pasado de 1808 la examinó, y ratificó en forma,
y dijo: Que se presentaba de su voluntad, y denunciaba en descargo de su conciencia al
padre don Miguel Hidalgo, cura de la congregación de Dolores, sobre que viviendo con él,
un día estando comiendo, la dijo. Que el Niño Dios que había nacido en Belén, no había
padecido, que se había perdido, que Dios no tenía necesidad de padecer. Y preguntándole la
declarante ¿pues el que padeció quién fue? le respondió que un hombre a quien se le antojó
morir; y que aunque estaban presentes otras personas, no hacía memoria de quiénes fueron,
por más que se había calentado la cabeza. Que en otra ocasión estando ambos en
conversación, la dijo: ¿Qué, querrá vuestra merced creer que hay infierno, y que hay
diablos? No creas eso Manuelita, que esas son soflamas. El comisario la reconvino ¿que
cómo en tanto tiempo no había denunciado las dichas proposiciones? Dijo: Que como ella
llevó amistad ilícita con este reo, con el que hizo un conchabo de que ella le buscaba
mujeres para pecar, y él a ella le buscaría hombres para lo mismo, creyó, que por seguir
este reo en sus obscenidades, decía, que no había infierno, y lo demás que dejaba expuesto;
cuya denuncia hizo entonces por mandato de su confesor, y en descargo de su conciencia.
(Folio 87).⎯ En vista esta denuncia pasaron los autos al secretario que hacía de
fiscal en 1º de mayo del mismo, y en 8 del siguiente junio pidió, que se aguardase a más
(Folio 88).⎯ Fray Diego Miguel Bringas dio noticia al tribunal de que en 15 de
marzo de 809 habiendo pasado al pueblo de los Dolores, y que había visto en poder de este
reo algunos libros prohibidos, como eran el Serri, bajo propio nombre, y el de Agustín
Leblanc, por el Tratado deAuxilios, y las Disertaciones histórico-crítico polémicas de Cristo et ejus Virgine Matre. En esta última obra se desenfrena el autor contra la obra de la
venerada Madre Agreda, y que este reo promovía esta crítica prohibida, aconsejando que se
predique contra su doctrina, y la llama con el apodo de vieja ilusa. Y que por no constarle
que tuviese licencia para leerlos hacía esta denuncia.
(Folio90).⎯ Publicada la Gaceta del 28 de septiembre de este año de 810 se sacó
para la causa de este reo el párrafo que es del tenor que sigue.⎯ ¡Qué contraste tan
horroroso formarían con estos puros sentimientos de los indios de México los execrables
excesos de los impíos Hidalgo, Allende, y Aldama, que van sembrando por todas partes el
horror, la desolación los robos! y sobre todo, lo más sensible, la irreligión, atreviéndose este
reo a inspirar las impías máximas de que no había infierno, purgatorio, ni gloria, para que
cada uno siga sus pasiones, queriendo hacer a sus secuaces semejantes a los brutos.
(Calificación; folio 93).⎯ En 9 de octubre se mandó sacar extracto de dichos y
hechos para su censura, los que en el día se mandaron a los calificadores provinciales de
Santo Domingo maestro fray Domingo Barrera, y doctor fray Luis Carrasco, quienes al
siguiente día presentaron su parecer, diciendo en resumen, y por la brevedad con que se les
encargó, dijeron: Que por todo lo expresado en el dicho extracto, y siendo sectario de la
libertad francesa, lo calificaban en lo subjetivo de un hombre libertino, sedicioso,
cismático; de hereje formal, judaizante, luterano, calvinista, y muy sospechoso de ateísta, y
(Folio 95) .⎯ Por auto de 11 del mismo se mandó que en atención a que este reo
estaba resguardado con su ejército de insurgentes fuese citado, y llamado en forma por
edictos con término de treinta días; y con efecto, en el día 14 se publicó, y fijó en esta
(Folio 101).⎯ Por decreto de 19 del dicho se libró comisión al comisario de
Querétaro, para que con arreglo a lo que resulta de la citada gaceta engrosase esta sumaria
examinando al efecto a algunos de los sujetos que vayan llegando de Celaya, y San Miguel,
a aquella ciudad, que pudiesen dar razón de los errores y criminal conducta de este reo; lo
(14º fray Juan de San Anastasio; folio 107).⎯En 22 y 23 de los expresados año, y
mes, el calificador y comisario fray Mariano de la Santísima Trinidad examinó, y ratificó a
fray Juan de San Anastasio, carmelita, y dijo: Que por voz pública, y común, sabía, que este
reo, jefe principal de los insurgentes había predicado, que no había infierno, gloria, ni
eternidad, sino que en la muerte del hombre todo se acababa. Que tratando de estos errores
con fray Hilario de Jesús María, le dijo, que no se admirara de eso, pues sus mismos
condiscípulos que se habían criado con dicho reo le habían asegurado que siempre había
sido muy libertino; y tan entregado a la obscenidad, que había vivido amancebado con
hombres, y mujeres. Que por su hermano don José Ortiz, sabía, que estando una temporada
larga en el curato de este reo por el año de 800 y 801 dio en dicho tiempo las manos a don
Carlos Palacios, y a doña Josefa Conde, difunta, a la que en aquellos días ofreció quinientos
pesos porque le franquease su cuerpo; que en las mismas bodas, estando en un baile fue
este reo a sacar a la novia a que bailara, como bastonero que era, y resistiéndolo ella; con
escándalo de todos, la sacó arrastrando por el estrado. Que sabía igualmente por un
predicador de San Francisco de Zitácuaro, andaluz, que en unas fiestas que hubo en dicha
villa hizo este reo una acción (sin expresarle cuál fue) tan mala, que escandalizó a toda la
villa. Declaró también que por relación de don José Manuel Ortiz, según hacía memoria,
que este reo en la misma noche de la sublevación pidió doscientos pesos prestados a don N.
Cortina, el que además de habérselos entregado, le ofreció, que de dieciocho mil pesos que
tenía en su poder, que tomara lo que quisiera y que el pago, que le dio fue ir a su casa a la
madrugada cuando aún estaba en su cama con su mujer, y diciéndole que se levantara, lo
cogió de las piernas, lo sacó arrastrando por la pieza, y lo mandó preso a San Miguel,
quedándose él con la mujer, a quien entregó su ropa, y la dio una corta limosna para que se
regresara a Valladolid su patria. Que por voz pública había oído decir, que entre los
principales motores de la revolución, se contaban por junio de este año en Valladolid, al
capitán García Obeso, a los Michelenas, a don Luis Correa, y que éste dijo a un amigo
suyo: Esta es causa nuestra (aludiendo a ser movida por los criollos) y que por lo mismo,
era necesario seguirla hasta el fin. Este Correa es arrendatario de la hacienda de Jaripeo,
propia del reo. Que también oyó decir, que preguntando el obispo de Valladolid a este reo
por el estado de la cría de gusanos de seda; le respondió: Que para mediados de octubre le
llevaría una gusanera a Valladolid, que no se entendería con tantos gusanos; y que habiendo
entrado este reo en Valladolid en la casa del prevdo. Flores, le dijo, que era casa para un
general, y respondiéndole que no era para tanto, le dijo, sí, sí; pero para fines de
septiembre, o de octubre, prometo traerle a vuestra merced un trofeo de guerra hecho de mi
(15º doctor don José Ignacio Muñiz; folio 111).⎯ El doctor don José Ignacio
Muñiz, cura de Xocotitlán presentó un escrito en 7 de noviembre, en el que entre otras
cosas que refiere, dice: Que la juventud escolar de Valladolid bautizó a este reo con el
nombre de Zorro, como que previó en él un abismo de astucias; el probabilismo más
condenado fue la leche que lo crió; el libro de sus moralidades ha sido, en la mesa, las
fábulas de La Fontaine; que este infeliz reo, declarada su revolución, teniendo seducidos los
viciados pueblos de Valladolid, se acercó a Tlalpujahua; publicó en él un bando que
protestó dentro de ocho días presentar a este tribunal ni en Witemberg, ni en Estrasburgo, ni
en París, alguno de la nación luterana se ha dicho más sedicioso, revolucionario,
escandaloso etcétera. Y es el tenor siguiente.⎯ El licenciado don Ignacio Rayón, por
comisión del excelentísimo señor don Miguel Hidalgo y Costilla, a quien es encargada su
redención de estos países felices de América.
Contiene 9 capítulos, el preámbulo dice: Que averiguada la coalición de muchos de
este reino con Bonaparte inflamado de un glorioso entusiasmo, su corazón determinaba
librar este reino de los males que le amenazaban.
El capítulo 1º ordena, que todo americano se arme contra todo gachupín, bajo la
pena, que de no hacerlo se tendrá por reo de alta traición. Que los bienes de todo europeo
sean secuestrados a favor de la nación. Que queda establecida la libertad. Que el fanatismo
sólo ha inventado la diversidad de clases, que el esclavo sea ya libre, e igual en todo al
español. Que libra de tributos, suprime los estancos de pólvora, naipes, papel sellado.
Reduce las alcabalas al tres por ciento en los efectos del país, y al seis en los extranjeros, y
que el tabaco siga la anterior regla. En cuyos términos da idea de la soberanía que ostenta
en dicho bando. Que este reo tiene miras más inmensas, más diabólicas que Lutero, y
Tomás Munier, que aspira a reunir en sí el sacerdocio, y el imperio; y que su plan no era
otro que hacer de la América una Iglesia anglicana. Que habiendo entrado este reo en
Ixtlahuaca fue recibido por aquel cura con repiques de campanas, bajo de palio, con cruz,
ciriales, y ministros revestidos. Que la primera ceremonia que con él practicaron fue
entregarle los edictos de los señores arzobispo, obispo de Valladolid, y el del tribunal, y los
otros se rompen, despedazan, y pisotea la comitiva de clérigos, y frailes, que le seguían,
diciendo en voz alta⎯ Que cuarenta excomuniones que el tribunal fulmine, viene entre
ellos quien las absuelva. Que en la misma tarde se cantó el Te Deum expuesto el Santísimo
Sacramento; y la antífona sacerdos et pontifes; y al día siguiente que fue festivo, se
celebraron misas en los corredores de la casa cural, y portales infames de la plaza, con
notorio desacato. Que al arribo de las tropas estando todos los clérigos, y frailes con este
reo, profirieron expresiones muy denigrativas contra este tribunal, diciendo, que hasta aquí
había sido santo, y respetable, pero que en el día era el más despreciable del mundo por
estar compuesto de unos gachupines ignorantes. Que este reo ofreció entrar el día 2 de
noviembre en el palacio del virrey, contando que tenía 40,000 soldados en esta capital; que
visitaría primero la catedral, y después a la Inquisición pediría en ella su causa, manifestaría
los documentos de la coalición de los europeos, entre quienes eran los primeros el
excelentísimo señor virrey, los señores oidores europeos, manifestaría a todos que no era
hereje; y que diría después, ni inquisidor gachupín, ni arzobispo gachupín, ni virrey
gachupín, ni rey gachupín, ni santo gachupín. Y que todo lo expuesto era público, y notorio
entre los sujetos de la mejor nota de la jurisdicción de Toluca.
(Folio 115).⎯ El mismo comisario expuso al tribunal en 16 de noviembre que
ninguna cosa era más cierta, que este reo estaba bien impuesto del comparendo que se le
hizo por el edicto de 13 de octubre; pues don Mariano López, de profesión médico, que
presenció la entrada que hizo el 27 en Ixtlahuaca, aseguraba, que en el mismo juzgado de
dicha villa, cuando tomó posesión, vio el dicho edicto, y se enrabió al encontrarlo. Don
Pedro Valverde, y José María Chávez, le aseguraron, que el edicto que estaba fijado en la
puerta del juzgado lo despedazó la tropa. Que por el cura de San Bartolomé Ozolotepec,
sabía, que habiendo concurrido con dicho reo, éste le tocó afablemente en el hombro, y le
reconvino, como en tono de queja, que se hubiese publicado contra él tal edicto. Y
finalmente que sabía que por los ultrajes que hizo la tropa en los templos, con las imágenes,
y ornamentos, dijo el general Allende a este reo: Si esto se sabe en México, acaban de
confirmar que somos herejes. En propio día se le dio comisión para evacuar estas citas.
(16º don José Mariano López; folio 121).⎯ En 20 y 22 fue examinado y ratificado
este testigo y dijo: Que estando en la casa del cura en el citado día, y acabada la comida, se
movió conversación sobre el edicto, y oyó decir a este reo, que el Santo Oficio le imputaba
que era hereje luterano, y después deísta, que estas cosas se contradecían, y oponían; que
asimismo le acusaba el Santo Oficio de haber predicado que no había infierno; pero que de
esto mismo testificarían lo contrario los indios y demás que le oyeron predicar todo lo
contrario, y que los mismos indios le hacían beneficio de haberse pasado a su partido para
que ellos convencieran, que había predicado acerca del infierno, como del pecado que es la
fornicación; que lo citaba el Santo Oficio para dentro de treinta días; y que seguramente se
presentaría ante él antes de dicho término y que por todo lo expuesto creía que era sabedor
(17º don Ignacio de Viana; folio 126).⎯ Este testigo que es el cura de Lerma,
examinado y ratificado en los mismos días que el anterior, dijo: Que sabía que habiendo
entrado los indios de Ozolotepec en la hacienda de San Nicolás, robaron la capilla, y
sacando los ornamentos, los pusieron por sudaderos a sus caballos de cuyo escandaloso
hecho el administrador de ella don Pedro Campos dirigió su queja a este reo, y a Allende, y
éste le dijo a aquél, que si supieran en México este atentado, dirían, o acabarían de
confirmar que eran herejes. Que don José María Benavides vecino de Lerma, le refirió, que
le avisaban de la ciudad de Toluca, que habiendo este reo entrado en la parroquia en la
tarde de su arribo, y viendo los edictos del Santo Oficio en la puerta, los leyó; y que
enterado de ellos dijo, que se concluiría su operación, y le haría ver que Hidalgo no era
(18º don Pedro Valverde; folio 131).⎯ Don Pedro Valverde, labrador de Xocotitlán
examinado, y ratificado en esta ciudad en 21 y 22 de noviembre del mismo año, dijo: Que
habiendo llegado este reo a Ixtlahuaca, fue recibido bajo de palio, con ministros revestidos,
y que luego que entraron en la iglesia cantaron los cantores una cosa que él no entendió;
pero que vio que en el juzgado de dicha villa, varios soldados del ejército de este reo
estaban leyendo el edicto del Santo Oficio; y que por el miedo que cobró a aquella gente, se
El tribunal por su auto de 24 del mismo acordó, que respecto a constar de estas
diligencias que este reo tuvo noticia, y habló sobre el edicto de su citación el día 27 de
octubre próximo pasado en Ixtlahuaca, declaró: Que el término de los treinta días se
contase, y corriese desde el veintiocho, por no constar que antes llegase a su noticia; y que
pasasen los autos al señor inquisidor fiscal; lo que así se ejecutó; y en 28 de noviembre
presentó un escrito pidiendo que se declarase a este reo por rebelde, y contumaz,
señalándole el término de diez días, para que dentro de él se presentase personalmente en
este tribunal. En el mismo día el tribunal tuvo por acusada esta rebeldía, le concedió el
término pedido y mandó que se notificasen los estrados, y así se ejecutó.
En 24 del mismo noviembre dio aviso el sobre dicho comisario Muñiz de que
acababan de llegar a esta ciudad don José, y don Francisco Coterillo, vecinos de lxtlahuaca,
sujetos instruidos perfectamente en la conducta de este reo, y acreditados por incorruptos en
los actuales términos; y en el día se le dio comisión para que los examinara.
(19º don Francisco Coterillo, presbítero; folio 139).⎯ Examinado, y ratificado el
segundo, sólo dijo: Que oyó decir (a personas de quienes no hacía memoria) que este reo
había dicho, que no era hereje, como le imputaba el Santo Oficio; lo que oyó a los soldados
insurgentes; y que no supo si leyeron o no el edicto.
(20º don José Coterillo; folio142).⎯ Este testigo examinado, y ratificado como el
anterior, dijo: Que presumía ser llamado sobre el poco aprecio de la excomunión del señor
arzobispo, y del Santo Oficio, porque dice, que unas cosas son hechas por la fuerza, o
voluntarias, y que observó cosas, que más tenían de ésta, que de la fuerza. Que lo primero
que le pasmó, fue que el cura de Ixtlahuaca se hubiese franqueado a oír la misa del capellán
de este reo, lleno de barbas; y que trató con menosprecio los ornamentos sagrados. Que
también le chocó el que entre una, y dos de la tarde el que se repicara en aquella parroquia
con el pretexto de que se dijo, que había entrado un expreso del excelentísimo señor virrey
en el que pedía capitulaciones a este reo; que al otro día escribió dicho cura un oficio al
mismo (quien se hallaría entonces por Arroyozarco) facilitándole la rendición de México,
lo que le comunicó al declarante que don Joaquín de la Masa, que fue el que le escribió
dicho oficio al citado cura, él se firmó como comisionado del excelentísimo señor don
Miguel Hidalgo, capitán general de América. Y finalmente, que oyó decir, que este reo
dijo: Que vendría a contestar con el Santo Oficio antes que se cumpliese el término que le
(Carta; folio 148).⎯ Párrafo de la carta que don Lorenzo Corral, capitán del
regimiento de la Corona escribe a su hermano desde Guanajuato sobre los insurgentes, dice
así.⎯ Ninguno de los castigos inventados, y por inventar que se les aplicase a los
asesinadotes de los europeos, serían bastantes a subsanar aquella inaudita crueldad; pues a
más de estar presos, e indefensos, los herían tres, o cuatro veces para que padecieran, y
después los mataban, contribuyendo a este infernal acto las mujeres con los paños de
rebozo atravesados, y cuchillo en mano; de modo, que debía exterminarse semejante
canalla, y a la mayor parte de los sujetos principales que están infestados; y del clero no
digo menos, que se atrevieron a predicar defendiesen la ciudad, por ser intereses del
soberano, religión, y patria, atendiendo estos sacerdotes, a que fueron intimidados por
Allende, de que así lo hiciesen, debiendo morir antes que practicarlo; pero que se debe
extrañar cuando en la primera entrada de tan vil canalla, se hizo en obsequio de ella un
novenario a la Virgen de Guanajuato, y con exposición del Santísimo Sacramento,
concluyendo con procesión, que presidió Allende llevando en su cuerpo el manto de la
Virgen. Tanto aquí como en Irapuato, y otros parajes, han sido recibidos bajo de palio,
ciriales, cabildo, y demás obsequios propios de un soberano, y aun privados algunos a su
majestad católica, que no osa ponerse el sombrero en la iglesia, como lo practica el
heresiarca cura y secuaces, sacando las espadas al alzar en prueba de que defenderán la
religión, y viva Nuestra Señora de Guadalupe, y sacan el reloj, dinero y cuanto pueden
pillar, llegando su lascivia a robar unas hijas de San Luis de la Paz, cohonestando a su
ejército, era lícito porque al padre de las chicas no tuvieron que robarle, y así se
compensaba la falta de proporciones de aquél; en fin, sería nunca acabar si manifestase
(Testigo 21; folio 149).⎯ Fray José Francisco Alarcón, franciscano de Toluca
presentó un difuso escrito, reducido a que.⎯ En el día 28 de octubre fue recibido este reo
bajo de palio, y toda su comitiva en la iglesia de su convento, en donde se cantó el Te Deum. Que poco antes que este reo, los padres fray Manuel Lara, fray José Calderón, y fray
José Minguet, mandaron quitar todos los edictos del tribunal y del señor arzobispo
ignorando si fue por miedo, o porque no hicieran ultraje de ellos, aunque después los
volvieron a fijar; y finalmente, que sabía, que su guardián había llegado a entender los
planes, y proyectos de este reo, y eran, de que si entraba en esta capital, había de dar
satisfacción, de que había de reducir al señor arzobispo al estado del último clérigo; que
tumultuariamente pedirían a este tribunal la causal de excomunión que le impuso; y que a
los señores inquisidores los habían de juzgar como a reos.
(2ª rebeldía; folio 1º de la 2ª pieza).⎯ En 10 de diciembre volvieron a pasar los
autos al señor inquisidor fiscal, y en el mismo día puso la segunda rebeldía con término de
otros diez días, la que se tuvo por acusada, y se notifica los estrados; y cumplido éste en
veintidós del mismo, pasaron los autos al señor inquisidor fiscal.
(Informe 2º; folio 3º).⎯En 19 de julio de 800 informó el comisario de Valladolid,
que este reo fue catedrático de teología y rector del Colegio de San Nicolás muchos años,
que era hombre doctísimo, y de mucha extensión; que se atrasó en su colocación por el
vicio del juego, trato torpe con mujeres, y libertad en hablar; que no se quiso graduar,
porque decía que la Universidad era una cuadrilla de ignorantes; y que la ciencia lo había
inflado, y precipitado a leer libros prohibidos, con lo que volteó sus ideas, y pervirtió su
espíritu; y que el dolor de un sujeto como éste hubiese caído en tanto error le había
arrancado del pecho lo que dejaba informado. El mismo comisario volvió a informar en 2
de marzo de 801 y dijo: Que este reo tenía por su favorito a Fleuri, libro pésimo, que
engendraba en los lectores inflación, y orgullo; desprecio de los santos, de los papas, y su
autoridad; de las reliquias, y devociones; y por tanto prohibido por el señor Benedicto 14.
Que cuando fue catedrático introdujo en su colegio al padre Serri, y de moral los autores
tenidos en jansenismo; para la filosofía libros modernos, que si se examinaban, no dejarían
de sacar una justa censura. Que asistiendo el informante a un acto en el mismo colegio, oyó
decir al presidente (que no tenía pelo de barba) que los extensores del gran catecismo de
San Pío Quinto, no supieron filosofía, y explicaron los misterios sin entender lo que decían;
y que por este atrevido dicho lo reprendió y calmó el argumento. Y finalmente que era
jugador, y que había disipado cuanto estuvo a su cargo; y que tenía trato escandaloso con
una mujer, que vestía todas modas, hasta que desengañada por un buen confesor, se retiró
(Informe 3º; folio 50).⎯ En 11 de marzo de 801 informó el comisario de San
Miguel el Grande, que había llegado a su noticia de que un eclesiástico llamado Jiménez,
había soltado la especie de que este reo estaba ya preso en el Santo Oficio; y por el
bachiller don Pedro Barriga que lo trató por muchos años que jamás le vio devoción
alguna; antes sí, viéndolo que no rezaba el oficio divino, lo reprendió algunas veces, y le
dijo ¿pues no me ha contado vuestra merced que por el desprecio de esta obligación han
venido muchos a parar en el Santo Oficio? Que él mismo le refirió que doña Catalina
Santos le dijo, que deseaba meterse religiosa por no tener que tratar con este reo, porque era
muy libre en sus conversaciones; que esta misma nota se había granjeado en San Miguel; y
que por sujetos de literatura, y buena conciencia, llegó a entender, que rehusaban tratar con
él, porque promovía especies con que los dejaba asombrados; y también que llevaba
consigo el Alcorán de Mahoma. Y finalmente que su conducta era conocidamente mala,
que no cumplía con las obligaciones de su ministerio parroquial, y que su vida era una
continua diversión en juegos, músicas, y bailes; de forma que tenía en su casa una orquesta
(Informe 4º; folio 64).⎯ En el último párrafo de la carta que el comisario de San
Miguel remitió al tribunal en 13 de abril de 801 dice así⎯ La reforma del cura Hidalgo se
hechó igualmente pública en esta villa; pues he oído hablar de ella a muchas personas de
(Informe 5º, pieza 2ª; folio 15).⎯ Fray Simón de Mora, misionero de la Santa Cruz,
y capellán de la división del señor Calleja presentó en 22 de febrero un informe muy largo
sobre los particulares ocurridos en la actual revolución; y entre otras cosas que en él se
contienen, dice.⎯ Que sabía, que en un correo interceptado a los insurgentes, se había
encontrado una carta circular que este reo mandaba a sus pueblos, la cual paraba en poder
de don José Tovar, teniente coronel de los Dragones de San Luis, y decía:⎯ Que noticioso
de que el Tribunal de la Inquisición y algunos obispos, habían publicado contra él algunos
edictos. Y no debiéndose dar crédito alguno a estos tribunales por componerse todos de
europeos. mandaba a todas las autoridades por él constituidas, y a los comisarios, y
notarios del Santo Oficio, que de ninguna manera permitan la publicación de semejantes
edictos, bajo la pena a los comisarios, y notarios, si fueren criollos, de confiscación de
bienes, y expatriación de estos dominios, y si europeos, de la vida. Que de esta perniciosa
circular, nació sin duda el desprecio general que hizo este reo, y sus secuaces, de los edictos
del Santo Oficio, y señores obispos, burlándose abiertamente de las censuras impuestas
contra ellos; como en efecto así lo acreditó a pocos días con un manifiesto, o contra-edicto
que expidió, y de su orden comunicó el infame Anzorena a las comunidades religiosas de
Valladolid, como intendente que era de dicha ciudad, y puesto por aquél. Y que finalmente
enseñaba este reo que no se debía dar crédito a lo que determinasen, y decretasen los
tribunales de europeos eclesiásticos, y seculares; y que por lo dicho podría haberse
suscitado, y esparcido el error de que las confesiones hechas con los sacerdotes gachupines
(Acusación).⎯ En 30 de enero de 1811 le puso el señor inquisidor fiscal a este reo
la acusación compuesta de 52 capítulos y por no haber comparecido en los términos
asignados en el edicto de su citación, y rebeldías, en 7 de febrero le fue presentada, y leída;
y en atención a que no había parecido, y a que estaba convencido de los horrendos crímenes
de que estaba acusado, el tribunal lo declaró por rebelde, y contumaz, señalándolo los
estrados de la Audiencia y que se notificasen, y también al dicho señor inquisidor fiscal; lo
En 19 del mismo se presentó el señor inquisidor fiscal, y dijo, que pues este reo no
había comparecido a responder a la acusación puesta, y notificada en estrados por su
ausencia, y rebeldías, que se tuviese esta causa por concluida; y concluyó para prueba. El
tribunal tuvo por acusada esta rebeldía, y esta causa por concluida, y recibió a ambas las
dichas partes a la prueba en la forma del derecho; lo que se notificó al dicho señor
inquisidor fiscal, y a este reo en los estrados de la audiencia por su ausencia; y aquél hizo
reproducción de los testigos, y probanzas que contra éste estaban recibidas, así en su
proceso, como en los registros de este Santo Oficio; y pidió examen de los contestes, y
ratificación de los testigos en la forma del derecho que se hiciesen las demás diligencias
necesarias para saber, y alcanzar la verdad; y que hecho así, se hiciese publicación de
Habiéndose recibido en este tribunal una proclama sediciosa que en 5 de enero
remitió el comisario de Querétaro sin lugar de impresión, ni fecha, pero que sin duda la
imprimió este reo en Guadalajara después de la batalla de Aculco, el tribunal por su edicto
de 26 de enero de 811 la prohibió con otras dos igualmente sediciosas, y sanguinarias, que
todas fueron mandadas quemar de orden del superior gobierno por mano del verdugo.
(Testigo 22, don José Martín García).⎯ Don Martín García, prebendado, de
Michoacán, que acaba de llegar de España y estaba preso en este Santo Oficio, presentó en
este tribunal un escrito en 21 de junio de 811, de las proposiciones y doctrina, que oyó a
este reo, a quien antes trató por tiempo de doce años; y fueron las siguientes: 1ª Que en las
obras del señor Muratori, se leía el pasaje siguiente: Que los obispos de Francia habían
escrito al señor Benedicto 14 o Clemente 14 diciéndole ¿Es posible santísimo padre, que
siendo su santidad un prelado tan ilustrado haya tenido la debilidad de creer la impresión de
las llagas de San Francisco, y la translación de la Santa Casa de Loreto? Y que la respuesta
fue: Que no había hecho otra cosa, sino dejar correr esa doctrina, como que no se oponía a
la fe y buenas costumbres. 2ª Que no había habido tal mujer Verónica en la pasión de
Cristo; y que lo que se veneraba por Divino Rostro, era una imagen, que después de mucho
tiempo se había hallado enterrada con la inscripción al pie: Vera icon, la cual, con el
transcurso del tiempo quedó por corruptela en Verónica .⎯ 3ª Que no era cierto que San
Dimas estuviese en el cielo; pues no había certeza de que él, y no Gestas, hubiera sido el
buen ladrón; y que en prueba de esto, le refirió, que después de mucho tiempo de pasada la
pasión, se hallaron dos versos latinos (de los que no hacía memoria) pero que en sustancia,
uno decía: Didimus ad Inferna descendit, Gestas ad Astra locatur .⎯ 4ª Que le parecía que
San Agustín no había podido satisfacer completamente a Juliano apóstata al argumento que
le ponía acerca de la transmigración del pecado original, diciéndole, que en el hombre no se
hallaba sino en el cuerpo y el alma; que el primero considerado como separado de la
segunda, era incapaz de pecado; que la segunda, como que había salido de las manos de
Dios, de las cuales no podía salir nada manchado, no podía comunicar el pecado. Y que
urgiéndole Pelagio por la respuesta, le decía, ¿Unde venit rima? y entonces el santo ocurrió
al papa, encargándole el asunto, el que habiéndolo decidido, según la mente del santo, dio
éste por respuesta a Pelagio, que ya el asunto estaba decidido por la silla apostólica, cuya
decisión en la materia era infalible; y que de ahí vino el que San Agustín apoyara la
infalibilidad del papa.⎯ 5ª Que no se sabía con certeza el lugar de nuestra bienaventuranza;
pues un exjesuita acababa de escribir en Roma, que el lugar a donde habíamos de venir a
gozar de nuestra bienaventuranza, había de ser en este mundo; y que esta doctrina la
sostenía con la Escritura.⎯ 6ª Que no había certeza de quiénes fueron los reyes que
vinieron a adorar al Niño ni como habían venido; y que tenía por vulgaridad el creer la
concurrencia del buey, y la mula en el nacimiento.⎯ 7º Que Dios no castigaba
frecuentemente en esta vida a los pecadores, ni tampoco premiaba del mismo modo las
virtudes; refiriendo que San Agustín o Santo Tomás, decía, que Dios había creado males
para los malos, que no sufrirán los justos; y bienes para los buenos, de que no gozarán los
impíos; pero que en cuanto a estos bienes, y males temporales, serían comunes a los dos en
esta vida, para que no se deseasen con ansia aquellos bienes, que también andaban en
manos de los perversos, ni se temiesen tanto los males, que también sufrían los justos.⎯ 8ª
Que San Jerónimo tenía por fábula las guerras del dragón con el ángel; y que tampoco tenía
por genuinas la Historia de Susana, ni el Himno de los tres niños; pues no se hallaban en la
escritura de los hebreos, de quien este Santo había hecho la traducción, y que decía que él
las había puesto señalándolas con dos comas; porque no creyesen los ignorantes que había
truncado la.⎯ 9ª Que Guillermo Sanamor defendió públicamente en París las proposiciones
de⎯ que los frailes no entran en la jerarquía eclesiástica, ni el papa podía darles licencia de
predicar, ni confesar, ni estaban en estado de salvación, porque aquel que mendiga
pudiendo trabajar, está en estado de pecado mortal, luego con más razón el que hace voto
de mendigar pudiendo trabajar; y que con todo no se condenaron como heréticas dichas
proposiciones.⎯10ª Que no tenía como de fe la canonización de los santos, y le hacía
fuerza la beatificación del beato Aparicio con respecto a lo que Serri respondió a la silla
apostólica en la consulta que le hizo sobre la materia; Que semejantes proposiciones y
doctrina las manifestó este reo muchas veces en público y en secreto, y a presencia de los
que entraban en su casa. Que también le oyó otras proposiciones sobre el origen de la
disciplina de la Iglesia, sobre enterrar a los muertos, echarles agua bendita, e incensarlos;
sobre la virginidad de María Santísima después del parto; sobre lo lícito, o no lícito de la
usura; sobre el cumplimiento de la profecía de las setenta semanas; sobre el precepto de las
rúbricas de la Iglesia, de no decir misa sin dos luces a lo menos; sobre los diezmos de la
Iglesia; sobre la genealogía de Jesucristo referida por los evangelistas; sobre la existencia
del limbo de que no había seguridad de ella.
Y finalmente que tratando con dicho reo sobre el Santo Oficio, le oyó decir que la
existencia de este tribunal era indecorosa a los obispos, pues estando éstos obligados por
derecho divino a cuidar del pasto con que se nutrían sus ovejas, se habían desentendido de
él, dejando encargado a este tribunal; y que presumía que se había pervertido por el trato
que tuvo con un general francés que tuvo hospedado en su casa.
(Censura folio).⎯En 27 de junio se extractó el anterior escrito en doce
proporciones, y se remitieron a los propios calificadores Barreda, y Carrasco, provincial y
prior de Santo Domingo; y en doce de agosto dijeron en sustancia que este reo era un
impío, temerario, escandaloso, erróneo, injurioso, y gravemente sospechoso de herejía, si es
que había proferido con todo el conocimiento necesario, y con la instrucción
correspondiente las proposiciones que dejaban calificadas; añadiendo que si claramente
negó la autenticidad de la Historia de Susana, del Himno de los tres niños y la de Beel y el dragón, y si negó la pureza de María Santísima después del parto, entonces no solamente
era sospechoso, sino formalmente hereje; y si era enemigo de la madre de los fieles, amparo
de los pecadores ¿qué se podía esperar, ni qué éxito podía tener sino el de errores
detestables, precipicios, ruinas, y plegue a Dios, lo que su majestad no permita, la
impenitencia final? Y finalmente que era un pastor criminalísimo que en vez de poner y dar
la vida por sus ovejas, las destruyó, con el veneno de la impiedad, error, temeridad,
escándalo, blasfemia, falsedad, herejía, y abominación, precipitándolas en un abismo de
males espirituales, y temporales; que este era su dictamen que en lo objetivo, y subjetivo
sometían al recto juicio de este tribunal.
(Testigo 23, don Sebastián de la Fuente).⎯Con arreglo a las noticias publicadas en
28 de septiembre del año de 1810 en la Gaceta del Gobierno, en donde se expresaron
algunos de los errores que este reo enseñó, se libró comisión al comisario de Querétaro en
20 de octubre del mismo año previniéndole que para engrosar esta causa no despreciase
denuncia alguna que le hiciesen contra Hidalgo; y que supuesto que pasaban a aquella
ciudad algunos sujetos que pudieran tener noticia de sus errores por el conocimiento que de
él tendrían, examinase a algunos, y en efecto examinó a seis, los cuales no produjeron cosa
sustancial, aunque don Sebastián de la Fuente, comisario de este Santo Oficio, que estaba
refugiado en dicha ciudad, declaró en 4 de febrero: Que estando oculto en el pueblo de
Vejo en la casa del presbítero don José María Mejía, éste le refirió que había servido de
vicario como un año al cura don Miguel Hidalgo Costilla, y no había podido sufrir sus
desórdenes; que por su mala conducta estaba desarreglado su curato; y que sólo le faltaba
predicar que la fornicación no era pecado; pero que en las conversaciones, y a su entender
en el confesionario, así lo enseñaba; que en las concurrencias, y bailes nocturnos que este
reo tenía en su casa, cuando alguno de los sujetos concurrentes le decía que le agradaba
alguna niña de las que estaban presentes, le decía que allí estaba su recámara, y su catre,
que se entraran adentro; que ésta última especie, y de la inmoralidad del reo no la comunicó
en tiempo oportuno a este tribunal por haber estado oculto desde que comenzó la
(Testigo 24, don José María Cuenca; folio 101, pieza 2ª).⎯ En la declaración que
hizo este testigo en 14 y 20 de febrero de 1812 en la causa contra fray Manuel Estrada
mercedario (que es el segundo de esta relación) en otras cosas dijo: Que había oído decir a
dicho padre Estrada que era imposible que el cura Hidalgo se hubiera salvado; que así lo
había predicado pues había muerto impenitente; y también porque había oído al mismo cura
negar la pureza de María Santísima, y que por esto él lo había denunciado al Santo Oficio.
En 20 de mayo de 1811 se le dio la publicación de testigos con las declaraciones de
diez testigos, cinco informes y dos edictos, y hecha y leída que fue la dicha publicación se
mandó dar traslado de ella al dicho don Miguel Hidalgo Costilla para que respondiese, y
alegase lo que viese convenirle a su derecho con parecer de uno de los letrados que ayudan
a las personas que tienen causa en este Santo Oficio para la primera audiencia, lo que se
notificó en los estrados de esta audiencia. Y no habiendo comparecido en el término
señalado para que alegase y respondiese a la sobre dicha publicación, se le nombró abogado
de oficio al licenciado don José María Rosas, que lo es de presos de este Santo Oficio.
LA EDICIÓN DEL TOMO I ESTUVO A CARGO DE
Iraq War Clinician Guide Treatment IV. Treatment of the Returning Iraq War Veteran Josef I. Ruzek, Ph.D., Erika Curran, M.S.W., Matthew J. Friedman, M.D., Ph.D., Fred D. Gusman, M.S.W.,Steven M. Southwick, M.D., Pamela Swales, Ph.D., Robyn D. Walser, Ph.D., Patrician J. Watson, Ph.D., andIn this section of the Iraq War Clinician Guide , we discuss treatment of veterans recently evacua
Propensity towards risk: one or many? Tadeusz Tyszka1 Centre for Market Psychology of Leon Kozminski Academy of Entrepreneurship and Artur Domurat2 Faculty of Psychology, Warsaw University 1 Correspondence address: Jagiellońska 59, PL 03-301 Warszawa, Poland. Tel. +48 22 5192189; Fax +48 22 8112022 E-mail: tt@psychpan.waw.pl 2 Correspondence address: Stawki 5/7, PL 00-183 Warszawa,