(Sº de Salud Laboral del SOMA-FIA-UGT)
La globalización económica y las nuevas tecnologías
de la información son, como reconoce la Comisión Europea
en su Documento de consulta sobre desarrollo sostenible,
importantes estímulos para incrementar la eficiencia y la
productividad y ofrecen nuevas oportunidades de
Pero estos cambios tan positivos –añade- no deben
impedirnos ver sus riesgos potenciales: sobreexplotación de
los recursos naturales, agravamiento de los problemas de
salud pública, cambio climático, aumento de la exclusión
Son precisamente estas tendencias negativas las
características más acusadas de un nuevo modelo neoliberal que ha apostado por la movilidad del capital financiero y
especulativo, acelerando los procesos de expansión de los
mercados y la globalización económica y ha favorecido los
procesos de reestructuración económica para justificar la
deslocalización productiva hacia espacios más competitivos
en costes de mano de obra y sin restricciones ambientales.
Se han enarbolado los estandartes de la competitividad
y la tecnología erigiéndolas en valores incuestionables para
revalidar un modelo político-económico tan poco modélico,
que en su aplicación ha incrementado la desigualdad, la
desvertebración social y está llevando hasta sus límites la
capacidad de carga del ecosistema global del planeta.
La respuesta alternativa a esta política, a estas
tendencias insostenibles, poder combinar una economía
dinámica con una sociedad que ofrezca oportunidades para
todos, mejorar la productividad de los recursos y desligar el
crecimiento de la degradación del medio ambiente,
constituye actualmente un desafío imposible de eludir.
El modelo de sociedad actual se ha convertido en
insostenible tanto en los aspectos económicos como en los
sociales y culturales, y constantemente, nos ofrece muestras
de incapacidad para mejorar la calidad de vida de los
ciudadanos sin saturar y deteriorar el ecosistema que la
Actualmente, tanto la sociedad española como la
europea así como las del resto del mundo, para incrementar
su calidad de vida, se encuentran impelidas a combatir el cambio climático porque la calidad de vida, de la cual
dependen salarios, educación, sanidad, pensiones, vivienda,
etc, está amenazada de forma directa por este fenómeno.
De ahí, que al comenzar el siglo XXI, la prioridad se
encuentre en evitar el cambio climático, impulsando el
desarrollo sostenible para satisfacer las necesidades de los
ciudadanos respetando el medio ambiente. Satisfacción de
las necesidades humanas del presente evitando que el
despilfarro pueda comprometer la capacidad de las
generaciones futuras para atender a las suyas.
Con este propósito, el conocido informe Brundtland
acuñaba en 1987, en plena eclosión del movimiento verde, el
término clave de desarrollo sostenible, un nuevo concepto
para designar la necesidad de garantizar la mejor calidad de
vida posible para la población actual y futura y que hoy se
Apostar por una estrategia de desarrollo sostenible,
significa revisar la base del modelo que actualmente rige la
actividad económica sustentado en el crecimiento ilimitado y
Crecimiento económico sí, pero no a cualquier precio.
¿Para qué tanto énfasis en alcanzar mayores cotas de
competitividad en determinados sectores industriales si este
aumento se realiza a fuerza de reducir hasta su mínima
expresión la condición social y el nivel de vida de la inmensa
mayoría de la población? Competitividad y crecimiento
económico sí, pero al servicio de todos. En eso haríamos
nuestra la consideración del desarrollo sostenible cuando se
afirma que no es una opción sino una obligación.
En la actualidad, la idea fuerza de sostenibilidad es
aplicada prácticamente a toda cuestión que posea un
componente social, económico o medioambiental
importante, nucleando argumentalmente tanto el modelo
estratégico de desarrollo de la Unión Europea como el resto de las propuestas alternativas al paradigma neoliberal
defendido por los EEUU, un modelo de desarrollo económico
depredador e insolidario totalmente ajeno a las premisas que
inspiran el Protocolo de Kyoto y acorde a los intereses de los
loobys empresariales del petróleo y de la energía nuclear.
Ciertamente, por ser la energía un recurso básico del
desarrollo económico-social y por tener un fuerte impacto
medioambiental, la política energética constituye un factor
determinante del desarrollo sostenible y ha jugado y continúa
desempeñando un papel central en el diseño de las
Estrategias de Desarrollo Sostenible referidas a los ámbitos
nacionales y también a aquel as que afectan al conjunto de
El objetivo de la estrategia europea, en virtud de los
documentos y directivas comunitarias emanadas hasta la
fecha, ha consistido en garantizar el abastecimiento basado
en un suministro de fuentes diversificadas que permitiesen una
utilización sostenible de los recursos naturales y el
cumplimiento de los objetivos derivados de los compromisos
En diciembre de 1997, en Kyoto (Japón), 39 países se
comprometían a limitar sus emisiones. Por primera vez en la
historia los países más prósperos nos decidíamos a poner
límites a las emisiones de los principales gases responsables
La suscripción del protocolo obligaba a limitar las
emisiones conjuntas de seis gases respecto a los años base de
1990 y 1995 durante el periodo 2008-2012 en proporciones
diferentes según el país: reducción de un 8% para la Unión
Europea, de un 7% para EEUU, etc. acordando una reducción
global de un 5,2% para los países industrializados.
El compromiso, que hubiese constituido un hito histórico,
atraviesa, sin embargo, serias dificultades al poner trabas a su
ratificación EEUU, Australia y Japón, a tal punto que comienza
a cundir el pesimismo en cuanto a sus resultados reales.
La resistencia de los gobiernos, especialmente del
Presidente Bush Jr., y el papel obstruccionista de grupos de
presión como la Coalición Global del Clima en EEUU y la Mesa
Europea de Industriales, organizados por las grandes
multinacionales de la energía y del automóvil, son los
obstáculos reales de los acuerdos de Kyoto.
Mucho nos tememos que la continua recurrencia al
protocolo de Kyoto por parte de algunas fuerzas políticas
responda más a los intereses de estos poderosos grupos de
presión que a la asunción de las responsabilidades de la
Unión Europea con el desarrollo sostenible.
En este sentido, el debate suscitado en torno a la
viabilidad de la energía nuclear es una clara invitación a la
sospecha. Legitimar la energía nuclear so pena de
incumplimiento de los acuerdos sobre emisiones de gases de
efecto invernadero supone una omisión deliberada de
nuestras responsabilidades a corto plazo en materia de
racionalización del consumo energético y de fomento de las
Omisión que se transforma en ocultación cuando se
silencian los problemas de contaminación a largo plazo
derivados de la seguridad, transporte y eliminación de
residuos nucleares, para los cuales por cierto, se desconoce
La energía nuclear no sólo es una fuente energética
llena de problemas y negativa para la salud de las personas y
el medio ambiente, sino que representa la viva contradicción
del buen aprovechamiento de los recursos energéticos
puesto que no conl eva la eficiencia energética, ya que el
ciclo completo del combustible nuclear para obtener energía
consumible precisa de grandes cantidades de energía
Más asombrosa resulta la defensa de la producción
energética de origen nuclear desde supuestos efectos favorables en el abastecimiento de energía. Una reputación
inmerecida que debemos matizar puesto que en la Unión
Europea las reservas de uranio son minoritarias – solo el 2% de
las reservas mundiales – dependiendo en un 95% del
suministro exterior. Es justo, no obstante, señalar que el control
del ciclo del combustible permite reducir esta excesiva
Acaso sea el fuerte impacto social que causaría el
cierre inmediato de las centrales nucleares el factor más
importante para justificar el mantenimiento momentáneo de
estas instalaciones en tanto se planifica una transición justa
para los miles de trabajadores afectados en Europa por un
eventual proceso de adaptación a un modelo energético
que respondiese a los requisitos de sostenibilidad.
Curiosamente, esta variable social no parece ser
prioritaria en el paradigma de sostenibilidad defendido
mayoritariamente en Europa, más preocupada de sacrificar
la idea de servicio público ante el altar de la ideología de
mercado que de procurar el bienestar de los trabajadores.
Es inexplicable que quienes predican el desarrollo
sostenible y aluden constantemente a los compromisos de
Kyoto den continuadamente muestras de insostenibilidad
política en su acción de gobierno con políticas que
incentivan el consumo energético: reducción de tarifas
eléctricas, baja fiscalidad de los productos petrolíferos,
crecimiento urbanístico descontrolado, agricultura muy
intensiva en energía, promoción de la construcción de
grandes infraestructuras de transporte, que, por cierto, va a
ser el responsable del 40% de las emisiones de CO2 hasta el
En este sentido, resulta incomprensible la demonización
que viene haciéndose del carbón en algunos foros
nacionales y comunitarios que, arropándose en la bandera
de la sostenibilidad, insisten en presentar este combustible,
especialmente el autóctono, como el responsable del cambio climático.
Incomprensión que se torna en perplejidad si, a renglón
seguido, algunos ejecutivos europeos mantienen elevadas
importaciones de carbón de países que, como EEUU,
unilateralmente se niegan a vincularse con el Protocolo de
Kyoto. España ha importado de este país en los últimos cuatro
años entre el 33 y el 15% del total de sus importaciones
Tal vez quepa comenzar a preguntarse si George Bush Jr.
es el único responsable político que no se cree que estamos
ante un cambio climático o si alguno de nuestros
representantes políticos son partidarios de un desarrollo
sostenible, pero tan solo virtual y mediático.
Dada la fuerte dependencia externa de nuestro
modelo energético, tanto nacional como comunitario, y
teniendo en cuenta que el carbón es un recurso autóctono
cuya utilización en la generación térmica mediante procesos
que apliquen las Mejoras Técnicas Disponibles permite elevar
el rendimiento y reducir las emisiones a niveles óptimos y
considerando la necesidad de establecer un equilibrio entre
los factores económicos, sociales, territoriales y ambientales,
resulta aconsejable mantener la aportación del carbón a la
dieta energética combinándolo, al mismo tiempo, con un
incremento de la participación de las energías renovables.
En sintonía con la filosofía que inspira el Libro Verde y el
Marco para un desarrollo europeo sostenible, existen en
Europa estados que, por razones de seguridad de
abastecimiento y por motivos de naturaleza social y territorial,
necesitan mantener unos determinados niveles de
Un conjunto de variables que en el marco de nuevo
Reglamento de Ayudas a la Minería del Carbón deben
garantizar autoabastecimiento energético desde el
concepto de seguridad de abastecimiento y teniendo en
cuenta la repercusión social y territorial que conllevaría la eliminación drástica de la producción autóctona sobre unos
espacios que aún no han desarrollado un tejido económico e
industrial alternativo que fije cambios estructurales en las
Dentro de la visión global de la Unión Europea no se
entra en contradicción cuando decimos que cada Estado
miembro debe tener la suficiente autonomía para decidir que
unidades de producción pueden ser susceptibles de recibir
ayudas por aseguramiento de las reservas en un largo plazo
Estaríamos reforzando la consolidación de una visión
global de la Unión Europea desde las particularidades de
cada Estado miembro y de cada territorio productor de
carbón, dando oportunidad de un desarrollo alternativo a los
territorios para garantizar así una adecuada política de
Si toda estrategia de desarrollo sostenible en el contexto
europeo debe tener en cuenta las interrelaciones entre
economía, sociedad y medio ambiente, resulta evidente,
especialmente en regiones mineras como Asturias, que el
mantenimiento de la minería energética, la modernización
del parque termoeléctrico y la implementación de políticas
socioeconómicas específicas constituyen las bases ineludibles
En aras de alcanzar esos objetivos, conciliar el derecho
al empleo y el derecho a un medio ambiente saludable,
defendemos una política energética basada en un modelo
distinto que contemple criterios de ahorro y eficiencia en el
consumo; un suministro diversificado que garantice la
seguridad en el abastecimiento y que conceda una mayor
participación a las energías renovables, unas fuentes que a
diferencia de las convencionales son más limpias y capaces
de generar mayores niveles de empleo tanto en calidad
Un modelo alternativo sostenible que vincule
armónicamente desarrollo económico, protección de los
recursos naturales y generación de empleo de calidad,
prioritariamente en los territorios y regiones de la Unión
Europea afectados por los procesos de reestructuración
Que la Unión Europea sea la antesala de una nueva
realidad, de otro mundo distinto que no priorice los beneficios
y el crecimiento económico a costa de la discriminación
social y del deterioro del medio ambiente, está hoy en
Precisamente, el Consejo Europeo de Barcelona ha
apoyado el desarrollo sostenible pero no ha adoptado
ninguna decisión determinante. Manifiesta que “debe
concederse igual atención a las consideraciones
económicas, sociales y medioambientales en el
establecimiento de ámbitos de actuación y en los
procedimientos de toma de decisiones”.
Pero no ha abordado la revisión de los indicadores
medioambientales, propuestos en la reunión de
Gottemburgo, quedando pendiente su incorporación al
proceso de convergencia comunitaria. Aún cuando
reconoce la importancia del VI Programa de Acción en
materia de medio ambiente y apoya un plan de acción para
la incorporación de tecnologías ecológicas, la inclusión de la
sostenibilidad en la evaluación de impacto y un acuerdo
sobre la fiscalidad de la energía a lo largo del presente año.
Al igual que en la próxima reunión de junio en Sevilla se
determinará la posición global de la Unión Europea para la
cumbre de desarrollo sostenible que tendrá lugar en
Una posición global de la Unión Europea que ha de ser
referente a nivel mundial y no practicar el seguidimismo a los
No podemos olvidar que dentro del desarrollo sostenible
debe tener especial trascendencia la seguridad y salud en el trabajo, y en este caso concreto en las explotaciones
Una protección de la seguridad y salud de los
trabajadores que no ha de circunscribirse únicamente y
exclusivamente en la prevención de riesgos laborales sino que
Aunque parezca una obviedad es imperativo decirlo:
para que haya seguridad en la minería energética deberá
seguir existiendo unidades de explotación donde se pueda
Dicho esto, también he de señalar que nunca la
seguridad puede ser objeto de dumping social, y por tanto,
todos los países, no sólo de la Unión Europea, sino dentro del
contexto mundial de productores deben tener similares
niveles de protección y mucho más los países que van a
Con todo lo expuesto, se llega a una conclusión que es
que el desarrollo sostenible es posible siempre que exista una
globalización social, además de la tan defendida
globalización económica. Es un planteamiento integrador
donde los derechos humanos, entre los que están los
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